Martes, 17 y miércoles, 18 de sept. 2019
3 funciones / día
Teatro del Mercado
Adultos
90 minutos
46 espectadores por función
15 €
La Máquina de la Soledad: Teatro de objetos documentales
La Máquina de la Soledad es un homenaje al objeto-carta y al correo postal. Esta máquina es la amplitud de un instante hecho de una tecnología precaria, diminuta, invisible, que se activa cada vez que hay tinta entre las manos, de frente un papel, una distancia y una ausencia. Sus embragues son memorias que se van escribiendo con cada correspondencia recuperada en rastros de México y España, con la arqueología de objetos, imágenes y anécdotas insólitas investigadas con escribanos, carteros jubilados, archivos y trabajadores de correos.
La máquina es un documento deshojado en un espacio de micro-paisajes e inventarios de lo ínfimo revelador que hay en los afectos que resguarda la materia. Un viaje íntimo para 46 espectadores.
Primer proyecto de la asociación de Shaday Larios de la compañía mexicana Microscopía teatro con Jomi Oligor de la compañía española Hnos. Oligor. Antes de este encuentro cada uno ya sentía una atracción por los objetos, la memoria, la micrología, los mecanismos y la fragilidad. Se siguen la pista de sus trabajos en la distancia manteniendo una relación epistolar durante años hasta que, en la primavera del 2012, mientras Jomi se encontraba de Gira con “Las tribulaciones de Virginia” en Brasil, a Shaday le ofrecen viajar allí para escribir sobre los Hnos. Oligor en un festival. Después de este encuentro fugaz la relación epistolar se intensifica y empieza a cobrar forma La máquina de la soledad. Jomi decide viajar a México. Es durante ese viaje que se da el hallazgo de la maleta con las 600 cartas de amor del siglo XIX y que se convertirá en el motor del proyecto. Juntos se dedicarán a la creación de la obra hasta su estreno en San Luis Potosí en Agosto del 2014.
Creación, realización e interpretación Shaday Larios, Jomi Oligor
Coproducción Microscopía & Oligor, Centre d’Arts Escèniques de Terrassa, Iberescena
Con la colaboración La Máquina de Teatro
Agradecimientos los escribanos Edit, Elvira y Lourdes, a Manuel y Elisa, a Javier y su mamá, a David y Anita, a Ivan Puig, a Marcela Armas, a David Continente, a Catalina Juárez, a Dalia Huerta y a Bindu, a Xabi Bobés, a Jordi Fondevila, a Jordá Ferré, a Iazua Larios, a Rober, a los Calandria, a Claudio y Charo, a Lirio y Martí, a Anselmo y María, a Cabo San Roque, al Rinoceronte Enamorado y a todas las personas anónimas que de algún modo han acabado entre los cajones y cajitas de la máquina de la soledad
Este es el primer proyecto de la asociación de Shaday Larios de la compañía Microscopía teatro con Jomi Oligor de la compañía Hnos. Oligor. Antes de este encuentro cada uno ya sentía una atracción por los objetos, la memoria, la micrología, los mecanismos y la fragilidad.
El imaginario de la infancia puede ser una herramienta para abrir algunas puertas en el espectador y rescatar rincones olvidados y así, desde ellos alumbrar algunas cuestiones propias de la época adulta desde otro ángulo. Como dice Baudelaire, “los juguetes son la primera metafísica del ser humano”. La Máquina de la Soledad es ese momento en el que nos aislamos para escribir a alguien que nos leerá en otro lugar y en otro tiempo, y es también el primer proyecto de la asociación de Shaday Larios, de la compañía mexicana Microscopía Teatro, con Jomi Oligor, de la compañía española Hermanos Oligor.
Antes de este encuentro cada uno ya sentía una atracción por los objetos, la memoria, la micrología, los mecanismos y las fragilidades. Por eso este montaje especial es un homenaje al objeto-carta y al correo postal. Esta máquina es la amplitud de un instante hecho de una tecnología precaria, diminuta, invisible, que se activa cada vez que hay tinta entre las manos, de frente un papel, una distancia y una ausencia. Sus embragues son memorias que se van escribiendo con cada correspondencia recuperada en rastrillos de México y España, con la arqueología de objetos, imágenes y anécdotas insólitas, misivas donde se cuentan historias anónimas que han viajado en el tiempo y en el espacio. La carta como único medio de decir ‘Me importas’, como el vehículo más potente para viajar a la intimidad y la profundidad de nosotros mismos. Macrohistorias dentro de un micromundo. Dos montajes llenos de poesía y del sabor de las cosas pequeñas cosas, esas que siempre tienen vida.